Autoridad discursiva y falocentrismo en La fiesta del chivo de Mario Vargas Llosa

Date
2007-08-30
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Publisher
Latin American Studies Program, University of Delaware, Newark, DE
Abstract
Dentro de los criterios empleados por la crítica para analizar y trazar una línea evolutiva dentro del género de la novela del dictador destaca un criterio comparativo relacionado con la cuestión del poder y su tratamiento tanto en el plano de la historia o del contenido como en el plano formal o discursivo. La necesidad por emplear dicho criterio surgió tras observar cómo en las primeras etapas del género, especialmente en aquellas cuya producción narrativa se asemejaba a un panfleto político,1 las novelas tendían a cuestionar y denunciar las estructuras de poder de los regímenes dictatoriales pero al mismo tiempo legitimaban la acumulación de poder de la voz autorial a través del uso de una sola voz narrativa, de un único discurso, provocando lo que Rosalía Cornejo Parriego ha definido como ‘narrativas, supuestamente anti-totalitarias que, sin embargo, repiten el mito de la autoridad’ (La escritura posmoderna del poder, 15). La instrumentalización política del mensaje de estas obras apuntaba hacia una identificación entre los conceptos de autor y dictador, donde el primero reproducía el poder que denunciaba en el segundo, pero a nivel discursivo. Roberto González Echevarría comienza precisamente por sentar las bases de lo que él considera novela moderna del dictador a partir de esta identificación entre la noción de autor y la de dictador ya que esta novela expone el grado de poder ejercido por el narrador en el nivel discursivo, convirtiéndole en una especie de dictador narrativo.2 Al emplear este criterio comparativo a lo largo de la producción narrativa sobre la temática del poder, puede distinguirse cómo el elemento innovador más importante de la novela del dictador de los setenta lo constituye el de la nueva actitud adoptada por el escritor ante su obra, quien abandona ‘su antiguo papel de dictador ideológico absoluto. El novelista se apea así de su podio magistral y dogmático e intenta compartir con un lector adulto y activo la responsabilidad crítica’ (Pacheco 70). El reiterado uso de estos elementos dará lugar al surgimiento de una tendencia discursiva antiautoritaria que caracteriza a las novelas que mayor reconocimiento obtuvieron por parte de público y crítica durante esta década: El recurso del método (1974) de Alejo Carpentier, El otoño del patriarca (1975), y Yo el Supremo (1974) de Augusto Roa Bastos. Cada una de estas obras recurre a una serie de estrategias discursivas y de contenido particulares a la hora de exponer al lector las estructuras de poder que controlan el discurso y de destruir ‘la noción misma de Autor(idad), el correlato literario del Dictador’ (Cornejo, Escritura posmoderna, 15). El cambio hacia una menor autoridad discursiva que tiene lugar en al menos parte de la narrativa del dictador de los setenta constituye así el punto de partida del presente trabajo. El siguiente artículo se propone analizar la manera en que una de las últimas novelas del dictador en publicarse, La fiesta del chivo (2000) de Mario Vargas Llosa, representa y problematiza la cuestión del poder tanto al nivel de la historia como al nivel del discurso y qué papel juegan los conceptos de violencia y masculinidad en ambos niveles a la hora de determinar el grado de autoridad discursiva percibido en la novela.
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